La terapia EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares) se basa en la idea de que los recuerdos de experiencias traumáticas no procesados adecuadamente pueden contribuir al desarrollo y mantenimiento de diversas psicopatologías. Cuando una persona experimenta un evento que excede las capacidades de procesamiento de su cerebro, bien por la intensidad del evento o bien por tratarse de un cerebro en desarrollo (infancia), su cerebro puede tener dificultades para procesar la experiencia de manera adaptativa. Esto significa que la información relacionada con el evento traumático no se almacena de manera adecuada en la red de memoria y puede quedar fragmentada o desconectada de otras experiencias y recursos cognitivos. Estas «memorias no procesadas» pueden manifestarse en forma de síntomas psicológicos como el trastorno por estrés postraumático, la ansiedad, la depresión, los trastornos de la conducta alimentaria, las fobias, los ataques de ira, entre otros. Hasta que no se procesen adecuadamente estas memorias se irán activando a lo largo de nuestra vida en función de los disparadores que las activen. La terapia EMDR busca abordar estas memorias no procesadas mediante la activación de los mecanismos naturales de procesamiento adaptativo de la información del cerebro. Al guiar al paciente a través de movimientos oculares u otras formas de estimulación bilateral mientras se enfoca en el recuerdo traumático, los terapeutas EMDR ayudan al paciente a procesar la experiencia de manera más completa y adaptativa. Esto puede conducir a una reducción significativa de los síntomas psicopatológicos asociados con el trauma.